Si el Universo es abundante y al dar abro la mano para recibir, también quiero darles a todos mis sentimientos y mis pensamientos.
Soy esto, nada más, ni siquiera puedo hacer arte con lo que veo, escucho, siento, respiro y vivo, y es tan, pero tan, tan vasto. Tan vasto, tan inmenso, tan insignificante y maravilloso a la vez. Soy esto que a nadie le interesa. Soy unos ojos y unas manos y unos oídos y unos poros y una nariz y un cuerpo maravilloso percibiendo la vida. Y la vida es magia. Existir es magia y es, como me dijo mamá con los ojos brillando al recordarme la canción, un verdadero milagro de amor. Mi vida es un milagro de amor y respirando ese milagro voy cada día, y quién dijo que los milagros son fáciles, los milagros son milagros.
Abro los ojos y abro la boca. Estiro los dedos y escribo. Soy alguien, soy todos, soy nada y soy nosotros. Y dándome en la seguridad de que nadie podrá herirme por ser mi corazón hermoso intentando iluminar para iluminarse, encontré los corazones más hermosos, y al hombre más sabio y dulce del planeta tierra, para girar de la mano en este relajo, sabiendo que juntos somos la esencia del Cosmos mismo, y que la Verdad que yace en nuestro abrazo es lo más inmenso y pequeño y eterno y efímero y divino y terrenal que haya existido jamás. Y que cada pedacito de mierda mordido vale la pena, porque vivir vale la pena y nacer vale la pena y parir vale la pena y morir, también vale la pena.